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29 de enero de 2022

Afrontar la disfunción

Introducción

Toda familia biológica es en cierto modo disfuncional. Algunos signos comunes de disfunción son el conflicto continuo, la adicción, el perfeccionismo, el abuso, la negligencia, la imprevisibilidad, el miedo, el amor condicional, la falta de límites, la falta de intimidad y la mala comunicación. Se convierte en un problema cuando una familia está tan marcada por estas cosas que sus miembros empiezan a creer que su situación es normal. La disfunción debe reconocerse y abordarse si se quiere que la familia trabaje hacia unas relaciones más sanas.

Cuando vivimos la familia eclesial, podemos esperar momentos maravillosos de asombro y alegría, de profunda amistad y de compartir. También podemos esperar cierta disfunción. La disfunción puede revelarse por cierta tensión interna causada por la rivalidad entre líderes, las divisiones socioeconómicas, la inmoralidad y la hipocresía. La disfunción también puede revelarse por tensiones externas debidas a cambios culturales o políticos en la sociedad.

Es importante reconocer que a menudo trasladamos los patrones relacionales aprendidos en casa, buenos y malos, a nuestra familia espiritual. Como resultado, toda familia espiritual es un poco disfuncional. La pregunta importante es la siguiente: ¿Cómo quiere Dios que afrontemos el dolor de la disfunción en nuestra familia espiritual?

Preguntas para la reflexión:

  • Si tu experiencia de disfunción familiar espiritual te ha dejado desilusionado o marginado, ¿cómo podría estar invitándote Dios a volver a comprometerte con tu familia espiritual?
  • ¿Cómo podrías ayudar a quienes tienen dificultades para comprometerse con la familia eclesial debido a experiencias pasadas (con su familia biológica o espiritual)?