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6 de enero de 2019
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El Año Nuevo nos anima inevitablemente a mirar hacia adelante. Dios nos creó para mirar hacia adelante. Si miramos hacia atrás en el año pasado, es para revisar la historia de nuestra vida, recordar las buenas experiencias y considerar algunas cosas que nos gustaría cambiar. Entonces, hacemos planes para vivir hacia algunas cosas nuevas en el Año Nuevo.
Cuando hacemos propósitos de Año Nuevo, es importante que nos motiven y se relacionen con las prioridades más altas de nuestra vida. Si nos interesa poco el resultado, o si son irrelevantes para el panorama general, las probabilidades de que nos esforcemos por hacerlos realidad son escasas. Tenemos que tener un sentido de urgencia. Sin ella, corremos el riesgo de posponer lo que tenemos que hacer para alcanzar nuestro objetivo. La motivación es la clave.
Al establecer objetivos para el nuevo año, solemos pensar en la salud, las relaciones, los estudios y la carrera. ¿Estamos viviendo para las cosas que Dios quiere que vivamos?