Introducción

Hace unas semanas, tuve una conversación con un hombre que había crecido bajo un régimen comunista. Le pregunté: "¿Cómo era vivir bajo ese régimen autoritario?". Su respuesta: "Todo el mundo tenía que mantener la cabeza baja. Si levantabas la cabeza en señal de desafío, perdías la cabeza". En Canadá, puede que no comparemos a nuestras autoridades con el control comunista o el gobierno talibán, pero sí tendemos a ver la autoridad de forma negativa.

Se me ocurren rápidamente algunos ejemplos. ¿Qué hay del gobierno canadiense y la Iglesia católica romana que sacaron a los niños indígenas de sus casas contra su voluntad y los metieron en internados? ¿Y el uso de mascarillas y las vacunas obligatorias? ¿Cuándo obedecemos a las autoridades gubernamentales y sanitarias? ¿Qué autoridad tiene la Iglesia para fomentar el uso de máscaras y el distanciamiento social?  

La conversación en relación con la autoridad se vuelve personal muy rápidamente. La mayoría de nosotros hemos tenido experiencias negativas con las autoridades paternas, eclesiásticas, educativas y gubernamentales. No podemos evitar el tema de la autoridad. ¿Podría ser que una sana comprensión de la autoridad suprema de Dios nos trajera realmente la curación? ¿Podría ayudarnos una nueva visión de Jesús y de su ejercicio de la autoridad? Estas son nuestras preguntas hoy.

Preguntas para la reflexión:

• ¿Cómo ha luchado con la autoridad en el pasado?
• ¿Cómo ha afectado su lucha contra la autoridad a su bienestar personal?
• ¿Qué decisiones necesitas tomar hoy en relación con la autoridad de Jesús? ¿Qué área de tu vida no has rendido a su buen gobierno?
• ¿En qué área de tu vida necesitas hoy una palabra sanadora de Jesús?
• ¿De qué manera el ejercicio de la autoridad por parte de Jesús cambia la forma en que tú ejercerás la autoridad?